Nuestros quesos se elaboran en Finca La Prudenciana, una explotación agrícola y ganadera situada en el corazón de La Mancha, en Tembleque, un pueblo de 2.000 habitantes perteneciente a la provincia de Toledo y a menos de 100 kilómetros de Madrid, y donde la ganadería y agricultura han tenido siempre un papel muy importante.
A principios de los 50, Alfonso Anastasio Valera casado con Heródita del Carmen, fue agrupando tierras en la zona en la que hoy tenemos nuestra finca, y la llamó La Prudenciana en recuerdo de la madre de Heródita.
Heródita y Anastasio Valera
En Finca La Prudenciana vivían 4 familias y era una quintería durante todo el año. Se encargaban de cuidar los cultivos, mayoritariamente de trigo y cebada. Cerca de allí había una pequeña vivienda, una majada en la que vivían un pastor y su mujer durante la primavera y el verano. Cuando el pastor se jubiló alrededor de 1960, Anastasio compró el ganado, y ya se empezó a hablar de una Finca.
A finales de los 60, construyó también un palomar, que a día de hoy seguimos manteniendo y que forma la estructura de nuestra casa.
Cuando fallece, Finca la Prudenciana pasa a su hija Carmen y a su marido Santiago.
A principios de los 70 se añaden los cultivos de regadío. Además del trigo y la cebada, se implanta la remolacha azucarera, que se transformaba en azúcar en fábricas de Aranjuez y Linares.
Santiago fue una persona emprendedora y apasionada con la creación de negocios anclados en La Mancha y en valores de la zona. Aprovechando que en 1984 se crea la DOP del Queso Manchego, decidió transformar la leche que producían en queso Manchego y de esta manera, sacar un valor añadido. En 1989 la quesería comienza a funcionar y el esfuerzo es reconocido por dos primeros premios en la feria regional de Castilla La Mancha en Manzanares en 1990 y 1991. En 1991 Santiago fallece y Carmen Valera tiene que tomar las riendas del negocio:
“Empecé a cuidar a las ovejas y a hacer el queso con la leche que recogíamos. Había veces que daba de beber en tetina y biberón a los corderos. Fueron años duros porque había mucho trabajo.”
Carmen Valera
Carmen Valera y Santiago Álvarez
Artequeso a finales de los 90
Cuando Alfonso Álvarez, hijo de Carmen y Santiago y actual gerente de Artequeso, terminó sus estudios, inició su trayectoria profesional al frente del negocio familiar.
A principios de los años 2000, la agricultura de regadío de la finca cambia de cultivos, se abandona la remolacha y el cereal de regadío, muy exigentes en agua, y se apuesta por los frutos secos, que predominan en la actualidad:
Año tras año, nuestra empresa ha ido evolucionando hasta transformar la actividad agrícola y ganadera, que un día fue la principal, en complemento de la transformación de la leche de aproximadamente 8000 ovejas manchegas en un producto característico de la zona como es el Queso Manchego Artesano.
Cuatro generaciones más tarde seguimos combinando el tradicional ‘ saber hacer’ con métodos naturales y tecnología especializada, que nos ayuda a mantener los altos estándares de calidad sin olvidar nuestro objetivo primordial:
Alfonso y sus hijos: Marta y Santiago
En 2007 incorporamos a nuestra gama de producción una nueva marca, Buenalba, complementando la tradicionalidad de los quesos de Artequeso con nuevos quesos que representan la innovación.
Una innovación que se basa en los mismos estándares de calidad que Artequeso y que fusionan un producto base como es el queso con ingredientes tradicionales de la cocina española, el pimentón, el vino tinto y el romero.
Desde 2019 vivimos en la finca y vivir en el campo es algo que nos hace que no olvidemos nuestros orígenes y que también sirve para que las nuevas generaciones de Artequeso vivamos de cerca los valores de nuestra empresa y la manera en la que trabajamos.